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Clima

Cuento corto: te vi en la vieja estación


Cuento corto: te vi en la vieja estación

*Por Pablo Menéndez.- Te vi en la vieja estación, un lugar que parecía suspendido en el tiempo. Era un día soleado y cálido, con un cielo azul que contrastaba con la apariencia desgastada de la estación de tren. Las vías de hierro se extendían en ambas direcciones, como si recordaran con nostalgia los trenes que solían correr por ellas.

Estaba sentado en uno de los bancos de madera, sola. El sol te iluminaba, haciendo que tu pelo rubio brillara como el oro viejo. Sostenías un libro en tus manos, y estabas tan absorto en su lectura que ni siquiera notabas a la gente que pasaba a tu alrededor.

Me acerqué tímidamente y me senté en el banco vacío a tu lado. No sabía qué decir, pero quería estar cerca de ti. El sonido lejano de una campana resonó en el aire, y supe que el tren estaba por llegar. Pero en ese momento, no me importaba el tren ni el destino al que te llevaría.

Finalmente, levantaste la vista de tu libro y me miraste con unos ojos verdes que parecían ocultar un mundo de secretos. Sonreíste tímidamente, como si estuvieras sorprendido de verme allí.

“¿Te gusta este lugar?” preguntaste, y asentí con la cabeza.

“Está tranquilo”, respondió. “Me gusta venir aquí a veces para escapar del bullicio de la ciudad”.

Tú asentiste y volviste la mirada hacia las vías del tren. El tren se acercaba ahora, y el estruendo de las ruedas contra los rieles llenaba el aire. Era un recordatorio de que el tiempo no se detiene, que la vida continúa su curso inexorable.

El tren se detuvo, y la puerta del vagón se abrió con un chirrido. Miré el tren y luego te miré a ti, esperando que te levantaras y subieras a bordo. Pero no lo hiciste.

En su lugar, cerraste tu libro y te pusiste de pie. Extendiste la mano hacia mí. “¿Te gustaría quedarte un rato más?” preguntaste.

Sonreí, tomé tu mano, y juntos nos alejamos de la estación y de la oportunidad perdida de abordar el tren. En ese momento, me di cuenta de que algunas veces, las mejores historias se escriben cuando decidimos quedarnos en un lugar especial, en lugar de seguir corriendo hacia sin mirar adelante atrás.

Así que, te vi en la vieja estación, y en ese día soleado, encontré algo más precioso que un destino en un tren: encontré una nueva historia que compartir contigo, una que escribiríamos juntos, paso a paso, en nuestro propio tiempo.

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