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6 razones por las que la Historia es todo menos aburrida


6 razones por las que la Historia es todo menos aburrida

Muchos hemos supuesto, basándonos en la experiencia del colegio principalmente, que la Historia es aburrida; de alguna u otra manera nos hicieron creer que aprender nombres y fechas era todo lo que implicaba el estudio de los acontecimientos en el tiempo y que, además, era muy aburrido pero, no hay algo más alejado que eso.

No se trata de encerrarse durante años en un cuarto oscuro a leer hechos incomprensibles y nombrar a los protagonistas de grandes hazañas, tampoco implica ponerse en riesgo al intentar salir vivo de una misión de la que debes recuperar vestigios que mostrarán el camino de la salvación humana, como algunas películas nos han hecho creer.

No vamos a envolverte con líneas y líneas por las que deberías interesarte por esta ciencia (sí, ciencia), aún mejor, a continuación te presentamos seis puntos por los que la Historia merece ser absuelta de aquellos calificativos negativos que carga y que te demostrarán que es todo, menos aburrida:

La Historia es una Ciencia

La Historia es una ciencia social y humanística que cuenta con su propia metodología, pero también podríamos decir que es ecléctica, pues tienen cabida diversas técnicas de ciencias llamadas auxiliares. Es importante resaltar que se determina Historia al periodo que va desde el nacimiento de la escritura hasta la actualidad, aquel comprendido antes de esto es llamado Prehistoria.

Hay personas especializadas en el estudio de la Historia .

Aquellos que se dedican a su estudio son llamados: historiadores. Muchas veces tenemos la imagen de individuos que están entre polvorientos, casi destrozados y viejos documentos o libros, y puede ser una imagen acertada, pero más allá de esta idea, el historiador es un profesional que atiende a la conservación y preservación de toda fuente histórica con el debido respeto y cuidado, o al menos así debería ser.

El trabajo del investigador en Historia requiere de muchos tipos de conocimientos, incluidos la Arqueología, pero no al estilo de Indiana Jones, sino de los famosos y reales como Louis Leakey, quien fue uno de los antropólogos que descubrió fósiles de más de 2 millones de años de antigüedad de un Homo Habilis y demostró que seres humanos poblaron la zona de California hace más de 14 mil años.

La Antropología física y cultural, la Paleobiología o Paleobotánica —para atender vestigios de comidas del pasado, semillas, restos de domesticación o caza, de enterramientos con animales de guerra (que sirven para la contextualización de restos que de otra manera no podrían ser datados)— son otras de las ciencias en las que se ven envueltas los estudiantes cuando ingresan a la carrera de Historia, entre muchas, muchas otras.

Los historiadores son casi detectives.

A todo aquello que sirve como apoyo o referencia para las investigaciones se les llama fuentes, las cuales pueden ser directas o indirectas, primarias o secundarias, incluso historiográficas, pues podríamos analizar comparativamente con las de historiadores anteriores o amplias bibliografías al uso. Son la materia prima del investigador que, avispado, debe seguir el rastro cual detective a las huellas que han dejado tanto conocidos como desconocidos, para darle sentido a nuestro presente basados en el pasado.

Su investigación va más allá de una biblioteca

Para todo acercamiento a la Historia, las fuentes son esenciales en el trabajo del historiador, y entre ellas podemos distinguir notablemente desde las notariales, estadísticas, padrones, jurídicas —en todas sus manifestaciones—, religiosas, literarias, mapas, objetos de todo tipo, testimonios escritos y orales, restos humanos y animales o vegetales, restos arquitectónicos y de materiales diversos, incluyendo el artístico, además de la numerosa documentación más cercana a nuestro tiempo, que en parte está protegida por la ley por su vigencia actual.

La Historia es adentrarse al alma del tiempo.

A partir del nacimiento de la escritura, muchas de las fuentes se conservan de esta forma, pero dada la antigüedad, el historiador debe tener conocimiento de letras antiguas a través de la lengua y la paleografía; muchas de éstas han muerto y otras están en desuso, ya que el habla evoluciona.
El lenguaje fue creado para comunicarse, expresarse.
Viajar a través del tiempo por medio de la escritura es acercarse a los seres que plasmaron aquello que vivían, tocar su alma desde el presente.

La Historia nos convierte en seres conscientes.

Un pueblo que conoce su Historia es consciente de su identidad, reconoce los errores del pasado e intenta no volver a cometerlos (no me toca aquí cuestionar esto) y, sobre todo, es un pueblo conocedor de sí mismo, de su entidad social y personal; de su cultura, del paso del tiempo y su relación con el espacio, así como de su evolución. Nos hace conscientes de que las sociedades cambian; sirve para entender mejor su presente y para comparar y empatizar con otras culturas.

La Historia es una realidad viva, es una ciencia que evoluciona, que cambia, que se renueva, que se reinterpreta; que se teoriza a través de hipótesis y después se demuestra; no sólo son letras como entienden muchos, no son sólo datos y fechas para aprender de memoria.

Si comprendemos quiénes somos, comprenderemos mejor quiénes son los demás, pues todo depende de dónde hemos nacido, cómo nos hemos criado y de cómo vemos el mundo, no sólo como personas sino como parte de culturas distintas, ¿qué es eso de que la Historia no sirve para nada o que no es una ciencia? (Fuente cultura colectiva)

No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños.
Cicerón

 

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