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Gabriel Rolón: “Hay un momento donde uno entiende que no todos los sueños son posibles”.


Gabriel Rolón: “Hay un momento donde uno entiende que no todos los sueños son posibles”.

El psicoanalista y escritor Gabriel Rolón presentó su último libro “La felicidad” ante un auditorio repleto.

Gabriel Rolón presentó su último libro “La felicidad” en Mar del Plata, ante un auditorio repleto, en una charla donde abordó diversos temas, tal como recogió el periodista Alfredo Ves Losada en su crónica para la Agencia Télam.

La muerte como “amenaza y convite”, la pérdida, los fantasmas moldeados por “temores erróneos” y también aquellos casi corpóreos “con los que hay que aprender a convivir” sobrevolaron la último noche del ciclo Verano Planeta junto al miedo, la soledad y los riesgos de la idealización, de la mano del psicoanalista y escritor, quien presentó su último libro, “La felicidad”, gran suceso de ventas del momento con casi 100.000 ejemplares desde su aparición en noviembre.

En un salón repleto en un hotel de la zona de Playa Grande, mientras decenas de personas aguardaban afuera a que se liberara acaso alguna silla, Rolón (La Matanza, 1961) desmenuzó sin guion su trabajo más reciente y revalidó su vínculo directo con sus lectores, construido a lo largo de más de 15 años, desde la publicación de “Historias de diván”, en 2007.

“El aplauso inicial es solo hijo del cariño, porque todavía no dije nada. Probablemente más de uno se arrepienta”, bromeó el autor en el inicio de la charla que mantuvo con el periodista Nino Ramella, anfitrión de cada encuentro del ciclo de escritores de la temporada.

De entrada también, dejó en claro que su último trabajo, que lleva casi 100 mil ejemplares vendidos en solo tres meses, no es un compendio de fórmulas para ser felices, y que quien busque eso “se va a llevar una enorme desilusión”.

El libro, explicó, explora las aristas de la felicidad “más allá de la ilusión”, aborda la “felicidad imperfecta”, en un mundo vertiginoso y voraz en el que “siempre va a faltar algo”. El autor reveló de hecho que su idea original era que el título fuera la palabra “faltacidad”, un neologismo que desarrolla en la obra, que remite a esas carencias, y reconoció que fue su editor, Mariano Valerio, quien lo convenció de no hacerlo.

Rolón se sumergió durante la charla en asuntos densos como la relación entre el carácter inexorable de la muerte y la búsqueda de la felicidad, y en cuestiones más terrenales, como los desafíos de ser un superventas. “Todos en nuestro foro íntimo sentimos que vamos a ser el primer inmortal. Queremos seguir estando porque es muy difícil imaginar la inexistencia. Por eso vienen la religión, la mitología, las creencias a dar cuenta de un mundo que no podemos imaginar. No queremos morir, obvio, y me parece fantástico, pero si no existiera esa conciencia de la finitud, ninguno de nosotros haría grandes cosas. Por qué voy a estudiar ahora si puedo hacerlo dentro de seis siglos”, aseguró.

Se refirió en ese sentido a la muerte que “es amenaza y convite”: “Si por algo podemos correr riesgos es porque sabemos que nos vamos a morir. La muerte es esa voz que nos susurra y nos dice, aunque nos asuste, que no tenemos todo el tiempo”.

La pérdida -abandonos, traiciones, desamores-, otro de los hilos conductores del libro en la búsqueda de una “felicidad amedrentada”, también guió por momentos la presentación.

“Todos hemos perdido algo. Para empezar, la infancia, la posibilidad de creer en un mundo más bueno, en amores que no traicionan. Eso de que si estoy con vos no necesito nada es mentira, porque siempre faltará algo”, aseguró.

Advirtió en esa línea sobre los riesgos de las idealizaciones: “Lo ideal es enemigo de lo posible. Las cosas idealizadas lo único que hacen es impedirnos alcanzar lo que anhelamos. Hace falta valentía para conformarse con lo que hay. Y no hablo de resignarse, sino de ir en busca de lo máximo que podamos. Es más fácil decir ´no encontré a alguien para mí´ que jugarse a amar a alguien. Renunciar a lo ideal es un acto de coraje”.

Al igual que en el libro, Rolón se refirió también a su sueño juvenil de ser un pianista notable antes de abrazar el psicoanálisis: “Hay un momento donde uno entiende que no todos los sueños son posibles. Se trata de entender que no es lo mismo resignarse que aceptar que ya lo intentó lo suficiente y que no funciona”.

“Hay que aceptar los ´no´ de la vida. La gente que no los acepta es muy desagradable y muy peligrosa. A mí la música me dijo que no. ¿Eso quiere decir que uno no sigue disfrutando de la música? No, en absoluto”, señaló.

En ese recorrido vital, lanzó además una prevención sobre “el éxito” como meta, en la disciplina que sea: “Es una palabra aborrecible, porque su cercanía con el mérito engaña a la gente. Está lleno de mediocres con éxito y gente que se esforzó y no alcanzo lo que quería”.

“El camino de la felicidad es un camino incómodo y que pasa por el desafío de cuestionáramos a nosotros mismos todo el tiempo para saber quiénes somos. Un desafío que lleva toda la vida. Se trata de que nos agarre la muerte caminando hacia a nuestro deseo”, explicó el autor.

Rolón evocó al igual que en el libro a su padre, criado en un orfanato desde que fue abandonado a los seis años, y subrayó su búsqueda de la felicidad “con todas sus faltas y sus heridas a cuestas”. “Me acuerdo mucho la risa de mi padre, y también de sus noches oscuras, de sus luchas”, expresó, y reveló que la primera pregunta analítica la deslizó a los seis años en un diálogo nocturno con él: “El se quedaba despierto pensando, y me dijo ‘vos te estarás preguntando en qué estará pensando el loco de tu padre’, y yo le dije ‘¿y en qué estás pensando'” (fuente ahoramdp.com)

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