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Clima

Es tiempo de reflexión. Por Pablo Menéndez


Es tiempo de reflexión. Por Pablo Menéndez

El atentado fallido contra Cristina y el clima de odio que lo precedió ponen en cuestión el pacto de convivencia. Se impone una profunda autocrítica social.

Lo sucedido en la noche de ayer, jueves 1° de septiembre, nos lleva a todos los actores políticos y sociales a reflexionar sobre nuestro accionar y el uso del lenguaje en el momento de disentir o debatir sobre cuestiones de la política. Fue demasiado tiempo larvada detrás de discursos incendiarios, que finalmente llevó a activar el hecho de violencia que ocurrió fuera del departamento de Cristina F. de Kirchner.

Lo ocurrido a la Vicepresidenta de la Nación, es un tiro a la democracia de nuestro país. Ante esto, la sociedad está en shock por un hecho de una gravedad sin precedentes desde la restauración de la democracia. Solo comparable con las intentonas golpistas que sufrió Raúl Alfonsín en el año 1987

Como parte de la reflexión, se entienda que la violencia es el límite para cualquier noción de contrato social y democrático que hace de la Argentina, pese a sus múltiples problemas, un país en el que todavía vale la pena vivir. Por esta razón es obligación de cada dirigente político y de los comunicadores de medios, en revisar las palabras que se aplican cuando discuten sobre ideas políticas.

Ayer mismo, se escuchaba a diputados del arco opositor minimizar lo acontecido, ni hablar de las redes sociales que “idiotas útiles” repiten bajo el anonimato, insultos y palabras cargada de violencia, que como todo, tuvo el resultado de que un individuo gatillara sobre la cabeza de la vicepresidenta, que por obra de vaya a saber que, la bala quedo en la recámara, sino hoy, esta editorial sería con otras palabras.

Sinceramente, respetando a todos mis lectores, hay que hablar, sin ambigüedades, del clima de odio que se ha instalado en el país desde hace ya demasiado tiempo.  Por ende, la política debe hacer una autocrítica profunda y sentida; también sectores amplios de la sociedad como los medios de comunicación, que no se deben hacer los distraídos, que con sus palabras agraviantes constantes llenan de odios horas y horas en radio, televisión o las plataformas que utilicen.

Desde este humilde espacio invitó todo el arco político y social que lo acontecido en la noche de ayer, les haga entender a todos y a todas, en la oposición y en el oficialismo, que las palabras no son gratis y que las violencias discursivas son solo el preludio de las reales, que tarde o temprano llegan. Sobre todo cuando el modus operandi es el odio visceral en forma constante y diaria.

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