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20 de Setiembre (1888-2016): Miramar en su cumple N° 128


20 de Setiembre (1888-2016): Miramar en su cumple N° 128

Para interiorizarnos más de la fundación de Miramar, tomamos como fuente el libro 100 años del anecdotario, que escribiría Don Segundo Acha. Ahí el autor desarrolla como fueron los comienzos de nuestra ciudad.

Acha, en su libro, nos narra “La fundación de Miramar nace por decisión de Don Fortunato de la Plaza, propietario de una extensión de tierras a orillas del océano y del arroyo Durazno, en el partido de General Pueyrredón, conocida como Campo del Saboyardo. Linderos con otros campos de mayor extensión propiedad de la Sociedad de Fomento Territorial, después de Raggio, de Camet, y de Martínez de Hoz; hoy de numerosos propietarios y de los herederos de Carlos Otamendi, en lo que hoy es Parque Mar, Bristol, Copacabana, Golf, Dormi-House, etc. De la Plaza recomienda el proyecto del trazado del pueblo al ingeniero Rómulo Otamendi, quien realiza la mensura del plano correspondiente conforme a las normas del Departamento de Ingenieros. En la traza sencilla de la planta urbana se nota la influencia del ejemplo platense, sobre todo en las avenidas y las diagonales”

Más adelante, Segundo nos cuenta que la fundación de Miramar es un “20 de septiembre que se dicta un decreto por el que se autoriza la creación de un pueblo denominado Mira Mar en el Partido de General Pueyrredón, en terrenos de propiedad de don Fortunato de la Plaza, aceptando la traza propuesta para la división de dichos terrenos en manzanas para poblar, haciendo pueblo, quintas y chacras, más la donación de solares para edificios públicos. En ese momento el partido de Gral. Pueyrredón, creado en l879, es decir 9 años atrás, veía surgir otra ciudad a sólo 50 kilómetros de Mar del Plata; esta ciudad tenía ya 14 años de vida y una población de 4000 habitantes, habiendo sido primero cabeza del partido de Balcarce y luego del partido actual. Como se ve, Mar del Plata no se ensancha suburbanizándose sino que se crea otro pueblo dentro del Partido, a la distancia más conveniente para constituirse en núcleo urbano con vida propia. Pero De la Plaza, que en ese momento era intendente de General Pueyrredón, no se resignaba con que Mira Mar fuera una villa “segundona”, y tanto él como su cuñado José M. Dupuy realizaron múltiples gestiones para hacer de Mira Mar una ciudad importante.

Acha nos dejó en su libro más datos como la Primera Escuela y primer templo

En 1889 se abrió la primera escuela en Mira Mar, que figuró como la Nro. 6 deGeneral Pueyrredón, siendo sus directores don José Torres Julián y Dolores V. De Torres; dos años después se convirtió en la escuela Nro. 1 del flamante partido de Gral. Alvarado. Ese mismo años se inició la construcción de la primera iglesia parroquial católica de San Andrés, patrono del Pueblo, la que fue terminada y bendecida el 30 de noviembre de 1891. por el párroco de Mar del Plata, presbítero Luis Giachino. Terreno y edificio fueron donados por Fortunato de la Plaza y su esposa doña Leonor Dupuy ; el primer capellán fue Eleuterio Díaz, quien asumió su puesto en 1898.

La Municipalidad en sus inicios.

En 1905 se escritura a favor de la Municipalidad, de la Curia y de la Dirección de Escuelas, los terrenos donados por de la Plaza y su esposa para ser los edificios de la municipalidad, de la iglesia y de la escuela. En 1906 se inicia la construcción de la primera rambla, atendiendo al objetivo deser estación balnearia señalado en la nota fundacional. Un temporal la destruyó en 1911, pero fue reconstruida ese mismo año. En 1907 la Municipalidad resuelve edificar su sedeen el lote asignado por el fundador, frente a la plaza, y por ley provincial del 4 de octubre de ese año obtiene un subsidio de $ 20.000 para esos fines; el edificio fue habilitado en1909 y hasta 1972 albergó al gobierno de la comuna. En 1909 se destina a Cementerio Municipal la quinta 141, donada por el fundador de la ciudad.

Cómo se perfila Mira Mar

La ciudad, que en 1895 tenía 860 pobladores, Mar del Plata tenía 5.187, va creciendo lentamente hasta fin de siglo en torno a la gran plaza central, cuyos pinos crecen dificultosamente sobre las arenas que el viento arrastra desde los médanos vivos de la costa; los chacareros comienzan a plantar filas de eucaliptos para defenderse de las fuertes corrientes de aire salino que provienen del mar; así comienza a conformarse el paisaje de la campiña miramarense. La única comunicación con el resto del país era el camino de tierra a Mar del Plata hasta 1930, cuando fue superado por el camino-parque costero (Ruta 11).

EL NACIMIENTO DE UNA CIUDAD

1956.

Fuente:  Recuerdos y datos de Bernardo

Darthayet y Rodolfo P. Franceschi.

La ciudad nueva aparentemente no tiene historias porque han quedado pocos da-tos del pasado. Sin embargo, sólo para ir descubriendo secretos y misterios no tenemos más que recurrir a quienes han vivido a la par de su progreso, caminando junto a las nuevas edificaciones, viendo con dolor que todo desaparece para siempre dando paso al progreso necesario para sobrevivir.

Bernardo Darthayet y Rodolfo Pedro Franceschi tienen memoria prodigiosa y con ellos imaginamos parte de la historia de Miramar, para poder componer otra ciudad, aquella que en sus comienzos era mínima y precaria, que no era ciudad ni algo que se le pareciera, sino sólo estancias, como la de don Fortunato de la Plaza en 1888 ubicada en las calles 44 y 1, hoy quinta Los Abuelos, y como otra población anterior a la fundación, la del monte Los Tiroleses, de Emilio Carli y Luis Dalponte.

Ya había cuadreras

Franceschi nos comenta que en aquellos días eran muy pocos los vecinos que se animaban a establecer comercios en el pueblo cerca del mar. Recuerda a Antonio Ferrari, con almacén en las calles 36 y 23; también al hermano, Luis Ferrari, que se había esta-blecido en 34 y 23, relatándonos con lujo de detalles cómo en ese lugar se corrían carreras cuadreras

Los viajes en galera

Darthayet, presuroso, recurre a su memoria para contar los viajes de La Galera. Como no existían Bancos los vecinos debían llevar sus dineros a Mar del Plata utilizando las galeras, de las que era propietario el padre de Franceschi. El viaje a Mar del Plata exigía dos postas; la primera en Las Brusquitas, de Acevedo Ramos, y la segunda en la estancia Chapadmalal, de Martínez de Hoz. Lo interesante del caso es que nunca fueron asaltadas. La Galera subsistió hasta la llegada del ferrocarril de 1911; de aquí en más, el tren la desplazó, pero durante largo tiempo fue medio de comunicación en distancias más cortas.

 Los antiguos maestros

Franceschi recuerda con cariño a algunos de los más antiguos maestros que tuvo Miramar los que no son los primeros, como siempre se ha creído, y que descubriremos  casi veinte años después en una nota basada en datos estadístico de la provincia, José Gómara y Rosa Collantes, ambos de la escuela No. 1. Las primeras familias que comenza-ban a radicarse en Miramar provenían de Santiago del Estero y de Córdoba, y trabajaban de jornaleros; venían hacia la costa del mar, en busca de nuevos horizontes.

La Rambla, 1906-1954

En 1906 se construyó la primer rambla, cuando era comisionado municipal Manuel Podazza. Algunos recuerdan aún cuando en 1911 la casi reciente construcción fue devorada por un incendio. Este desastre no causó mella en la población, y el mismo año fue reconstruida. El 23 de febrero de 1923 un nuevo incendio consumió la construcción de madera y, a pesar de este nuevo contraste, la rambla volvió a rehacerse y duró hasta 1954. Durante ese año fue demolida definitivamente para ser sustituida por el actual camino costanero.

Luz eléctrica y teléfono

Lentamente, paso a paso, conoció Miramar tiempos de progreso; vino la luz eléctrica para apagar los faroles que alimentara el “vasco Irún”; vino el pavimento, el teléfono y, sucesivamente, todo lo que tenemos en la actualidad. Vino todo, pero el tiempo inexorable hace años que ya nos ha llevado a Darthayet y también a Franceschi; nos ha llevado a quienes debemos todas las memorias que escribimos, y nos ha dejado el pesar que causan estas pérdidas, pero también la convicción de que los hemos recuperado para el recuerdo. El progreso de los hombres necesita, mucha veces, borrar algo del pasado; pero no a ciertos hombres.

Bernardo Darthayet y Rodolfo Pedro Franceschi siempre estarán en nuestro re-cuerdo, gratificados por dejarnos estas huellas del pasado.

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