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Clima

Relato: “el mar es como un viejo amigo, al que muchas veces vamos a pedirle consejos”


Relato: “el mar es como un viejo amigo, al que muchas veces vamos a pedirle consejos”

“Los que hemos nacido en Miramar, o pasado los años de la infancia, ya no podemos hablar del mar sin sentirlo nuestro, porque el mar nos dio una constante elección de pureza, de movimiento, de alegría vital.”

Nos dio excusas para todas nuestras travesuras y hallazgos. Nos llenó de regalos inesperados: el maravilloso jugueteo de las toninas entre las olas, el vuelo rasante de las gaviotas pescadoras, los nidos de las golondrinas en los huecos del murallón, las tormentas que eran como una fiesta furiosa, los castillos de arena construidos con mil sueños, la piel tostada y ese sabor característico de los que viven cerca de la costa.

Después crecimos y todo eso nos quedó como herencia, vimos que todos los veranos venía mucha gente, tal vez buscando lo mismo. Y la playa cambiaba. cubriéndose de colores y cuerpos pálidos. Era diferente. Pero el mar era el mismo, con más sed para saciar, pero siempre el mismo mar de nuestro cariño. A todos refrescaba por igual y, aunque alguna vez se llevara un bañista, no era culpable. Nosotros lo sabíamos; era la culpa de la negligencia y el desconocimiento de las corrientes oceánicas. Hay que ser prudente en todos los actos de la vida. También eso nos enseñó en su lenguaje de ritmo y sal.

Hoy el mar es como un viejo amigo, al que muchas veces vamos a pedirle consejos. Es como un sabio compinche de pensamientos para quien no pasa el tiempo, un dador de paz y emoción, tan grandioso y tan humilde a la vez.

Parece que quisiera comerse la costa, pero tampoco es culpable. Si un día el hombre limitó la libertad de la costa, hoy debe limitar la invasión marina; no queda alternativa. El mar no sabe de esas cosas; él y la eternidad son una sola esencia, y lo eterno no gasta energías en funciones tan efímeras. Es posible que el mar sea egoísta, pero está solo y nos demuestra un cariño interior.

Nuestro mar es un espejo superior. Por él vivimos y a él en última instancia nos
debemos. Por eso es “nuestro” aunque no pertenezca a nadie, y por eso le dedicamos
nuestra admiración de hijos marinos.”

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