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Historia de Miramar: manantial del amor y cofre misterioso


Historia de Miramar: manantial del amor y cofre misterioso

Miramar encierra secretos que por momentos desdibujan los paisajes de ciudad costera rodeada de elementos naturales, que pareciera sólo albergar belleza.

Así fueron los intentos infructuosos que se alentaron buscando cofres enterrados y tesoros, y aún la complicada búsqueda de su propio nombre, que no fue sencilla. Tampoco lo fue la original idea del fundador cuando proponía el nombre de “Trouville” o “Guijón” pero que, por causas de otros factores, hicieron que se llamara Miramar, como el Miramar de Austria, un castillo imperial situado a orillas del Adriático. También existieron sugerencias para que llevara el nombre de un pueblo de Valencia y de otro en Terragona, como también el nombre del palacio real de San Sebastián, inmortalizado por el beato Raimundo Lulio, y más tarde motivo de inspiración para célebres pintores que trasladaron a museos internacionales sus telas con el Miramar de la isla de Mallorca.

Todas estas historias conforman un secreto poco conocido. La búsqueda del tesoro. También permanece desconocido el intento realizado por varios vecinos de la ciudad que, plano en mano, buscaron afanosamente un supuesto tesoro en un baldío ubicado precisamente en el lugar exacto donde hoy se levanta el majestuoso edificio Playa I.

Un cofre misterioso

Entre los casos que permanecen en el misterio recordamos que en 1927 José Urizar, Justo Suárez y otro vecino cuyo nombre se fue borrando por el tiempo transcurrido, descubrieron en las arenas de la costa cercana al arroyo Chocorí un cajón de aproximadamente 1.40 x 0.90 m., enterrado casi por completo, cuya tapa se hallaba aprisionada por grandes bulones cuyas tuercas estaban carcomidas por la acción del óxido.

Como era imposible de destapar sin elementos adecuados, se retiraron; al día siguiente regresaron al lugar provistos de palas y herramientas para extraer el cajón, pero ya el viento había cambiado el panorama de los médanos y fue imposible ubicar el lugar con exactitud; pese a que la búsqueda se efectuó reiteradas veces, el “tesoro” nunca apareció

Este intento fue llevado a cabo en base a un plano que mantenía en su poder un marinero sobreviviente del Madona del Carmen, naufragado en las costas entre Miramar y Mar del Sur, cuya caldera hoy podemos ver a orillas del mar, carcomida por el óxido.

Rabdomantes caseros

¿Y qué podríamos decir de los episodios muy curiosos que fueron las eternas y apasionantes búsquedas de oro? Roberto Florenza, Julián Acha y Juan Parodi, mediante un proceso bastante costoso en aquella época por carencia de elementos adecuados, extraían oro de las arenas de nuestras playas, aunque en cantidades muy pequeñas. Como se carecía de métodos para la búsqueda de minerales, los procedimientos ingeniosos que usaron estos vecinos nos recuerdan a los rabdomantes, curiosos personajes que recorrían kilómetros a pie, con la barita en mano, la que presumiblemente se doblaba hacia abajo si en ese lugar había mineral o agua.

Más tarde ellos crearon un aparato muy parecido al llamado “Halómetro”,inventado por el ingeniero Nobel Muñoz, con el que afirmaban era posible encontrar lo buscado sin necesidad de perforaciones tan costosas.

Manantial del Amor.

¿Y qué decir de la vertiente de agua dulce descubierta entre las rocas por don Juan Antonio Longo? ya desaparecida por la acción de la arena formada por una de las primitivas escolleritas frente al chalet “Mamapina”. Esa vertiente, que siempre estuviera sellada por un bajo relieve que simbolizaba un ancla, casi siempre cubierta por las pleamares, recibió el nombre de Manantial del Amor,popularizándose tanto que era motivo de la promoción de nuestras playas.

También esperan su oportunidad para ser descifrados por la ciencia muchos de los descubrimientos de Florentino Ameghino, acerca del papel de estas zonas en el discutido problema del origen del hombre. Por eso seguimos sosteniendo que Miramar se asemeja a ese tipo de sucesos que nunca pueden descubrirse claramente encierra sus atrayentes misterios, encierra secretos nunca esclarecidos. (Fuente consultada Acha, Segundo – Miramar, Cien Años De Anecdotario)

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