Él esperaba los jueves como un niño espera la llegada de los Reyes Magos. Ese día era la cita de encontrarse con ella. No se animaba a mucho más que a mirarla y hablar temas de la vida, sin embargo su imaginación iba un poco más allá de esos momentos.
Guillermo sentía ese cosquilleo el día previo sabiendo que al otro día la vería. Sus ojos color caramelo, su pelo con una extraña mezcla de colores entre castaño con algunos mechones más claro, se sumaban a una sonrisa que era incompleta. Él veía en ella un aura de melancolía en su rostro, eso a Guillermo le provocaba un deseo de abrazarla y de decirle que no esta sola en esta vida. Pero todos tenemos un pero en nuestra vida y Guillermo tenía su “pero” era que jamás puede decir lo que realmente siente por ella.
Por eso para él la cita de los jueves era el momento del encontrarse con ella. Mientras la escuchaba sentía el intimo deseo de decirle todo lo que le sucedía con ella. Su voz se le bloqueaba cuando quería expresar sus sentimientos.
La cita de los jueves tenía un final, y ese día llegó. Guillermo nunca le pudo decir nada a ella. Su amor se fue apagando con el correr del tiempo. El deseo se escurrió como la arena entre los dedos. Los días pasaron y él pensó esa frase que leyó en alguna oportunidad en la historia de un Rey, que dice “Esto también pasará”.
