El Mariscal, un apodo más que merecido, marcó una era y es reconocido como uno de los mejores defensores de la historia de Argentina. Luego de un breve paso como entrenador, decidió dedicarse al periodismo deportivo. Al fútbol hoy se le cae una lágrima, se fue uno de los más grandes. Tenía 73 años.
Nació en Sarandí, un 3 de octubre de 1942, pero sus primeros pasos fueron en un club de barrio: el Pulqui. Allí comenzó a mostrar que tenía condiciones, que su amor con la pelota era correspondido. Tras un paso formador por las divisiones inferiores de River -se desempeñaba de volante-, recaló en Racing, donde terminó dando el gran salto y se transformó en ídolo.
En 1964 inició su meteórica carrera, donde quizás su única cuenta pendiente fue no poder jugar en Europa. En la Academia, con el Coco Basile como ladero, fue uno de los pilares fundamentales para formar de uno de los equipos más ganadores de su era. Con la casacablanquiceleste, el Mariscal se quedó con el campeonato de 1966 y al año siguiente se alzó con la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental (las únicas dos en las vitrinas de la entidad de Avellaneda). La clave en su carrera fue la llegada de Juan José Pizzuti, quien pasó a colocarlo de primer marcador central.
Roberto Perfumo, junto al mencionado Basile, Cejas, Maschio y Cárdenas, entre otros,lograron la impresionante cifra de 39 partidos sin conocer la derrota, algo que perduró por muchísimos años hasta que se la robó el Boca de Bianchi. Con esa casaca disputó 232 partidos, y es el décimo segundo que más la utilizó.
Otra camiseta que sintió como propio fue la de Argentina, con la que tuvo encuentros y desencuentros. Aunque la utilizó en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, y en los Mundiales de Inglaterra 1966 -Cuartos de Final- y Alemania 1974 -segunda fase-, con ella sintió uno de los golpes más importantes de su carrera; al ser uno de los protagonistas del fracaso de no haber podido clasificar a México 1970.
Al año siguiente de ese duro golpe, Perfumo decidió probar suerte en el exterior. Su destino fue elCruzeiro de Brasil, donde por supuesto también dejó su huella. Durante tres temporadas, se adjudicó de manera consecutiva el Campeonato Mineiro y en una se quedó la Copa Mina Gerais.
Su ciclo como jugador se cerró donde inició: en River. Casualidad o no, el Mariscal volvió a contagiar su estirpe ganadora, ya que ganó el Metropolitano ’75 y cortó una sequía de 18 años sin alegrías en Núñez. Pero esto no fue lo único que dejó en su paso por el MIllonario: hay que agregar otros dos títulos locales más.
En 1978, a la edad de 36 años, decidió colgar los botines; aunque nunca pudo separarse de la pelota. Tras incursiones sin suerte como director técnico en Sarmiento de Junín y Racing, en 1992 salió campeón invicto con Olimpia de Paraguay y consiguió el único título de Gimnasia de La Plata: la Copa Centenario de 1993. A fines de la primera década del 2000, decide dar sus primeros pasos como periodista deportivo, donde fue columnista y comentarista.
Su vida estuvo siempre ligada al fútbol, mundo que hoy llora por la partida de uno de sus más grandes valores. Hasta siempre, Mariscal…//Fuente: Playfutbol.