Como opositor amigable, se estaba diluyendo. Ahora condiciona al Presidente en el Congreso e impulsa medidas diferenciadoras, mientras aceita contactos con gobernadores para patrocinar sus demandas.
Tras la luna de miel con el Gobierno, que concluyó en ese viaje a Davos junto al presidente Mauricio Macri, Sergio Massainició el operativo despegue. Atento al riesgo de quedar demasiado ligado políticamente al oficialismo, el líder del Frente Renovador (FR) apuró un plan de diferenciación que gira sobre dos grandes ejes: el acercamiento personal a los gobernadores y los condicionamientos de su bloque puertas adentro del Congreso.
Este martes, Macri tuvo que recalcular su estrategia para frenar la restitución del 15% que la Anses retiene de la coparticipación que corresponde a las provincias. La principal razón fue que el massismo se negó a avalar ese plan y, con eso, dejó al frente oficialista Cambiemos sin la chance siquiera de soñar con la posibilidad de que el DNU del Presidente pueda salir airoso de su discusión en cualquiera de las dos cámaras del Congreso.
Para tomar esta decisión, Massa encabezó una tanda de consultas que hizo personalmente a varios gobernadores. En una reunión con su bloque, este lunes por la noche, bajó la instrucción de que el FR se iba a alinear con la liga de mandatarios y reclamar que el Gobierno cumpla con esa devolución o, al menos, negocie con los jefes territoriales un plan a mediano y largo plazo para, de a poco, ir transfiriendo a las arcas provinciales lo que la Corte Suprema ordenó, pero sólo para Córdoba, Santa Fe y San Luis, las tres provincias que iniciaron juicio por estas retenciones.
No es casual que Macri haya decidido dar marcha atrás con su plan inicial y ordenarle a su ministro del Interior, Rogelio Frigerio, buscar acuerdos con los gobernadores para una devolución paulatina de esos fondos coparticipables. SI el plan de Massa era crecer como vocero de la liga de gobernadores, ahora Macri seguirá esa guerra de nervios hablando directamente con los mandatarios, dejando a su ex adversario en las elecciones de octubre fuera de ese juego y con menos poder de fuego.
Pero la cosa no quedó allí. Massa también salió a marcarle la cancha en el otro gran problema que tiene Macri en el Congreso: la aprobación de los pliegos de los juristas Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz como ministros de la Corte Suprema.
Cupo. Hábil, luego de avalar la elección del ex ministro de Justicia y del rector de la Universidad de San Andrés con críticas sobrevoladas al mecanismo elegido –la designación por decreto y en comisión-, el ex jefe de Gabinete jugó una carta inesperada: el cupo femenino para la Corte Suprema.
Mediante un comunicado de prensa, el FR anunció que, “bajo el lema #MujeresEnLaCorte”, creó “el sitio web mujeresenlacorte.org para sumar apoyos a la designación de al menos una jueza en los dos cargos vacantes en el máximo tribunal, considerando que la Justicia debe tener una perspectiva de género que permita trabajar en políticas que garanticen el cumplimiento de los derechos de las mujeres y la igualdad real entre hombres y mujeres”.
“La desigualdad de género se refleja en los puestos de trabajo, en los salarios, pero lamentablemente también en el Poder Judicial. Necesitamos una perspectiva de género en la Corte Suprema. Para que haya más justicia para las mujeres, debe haber más mujeres en la Justicia”, afirmó la esposa de Massa y dirigente del FR, Malena Galmarini.
La clave aquí es que quien da el acuerdo para los jueces de la Corte es el Senado, donde el poder de fuego del massismo es menor y la clave para que los pliegos de Rosatti y Rosenkrantz sean aprobados la tiene el Frente para la Victoria (FPV). No es casual que, hace diez días, la propia Galmarini haya tenido una reunión con el jefe de este bloque, Miguel Pichetto, justamente para cruzar opiniones sobre la participación de mujeres en organismos clave, desde la Corte al Consejo de la Magistratura, pasando por la Auditoría General de la Nación (AGN) o la Sindicatura General de la Nación (Sigen).
Es importante recordar también que, en su afán por sumarla a sus filas, Massa viene proponiendo para ocupar una vacante en la Corte a la diputada y líder del GEN, Margarita Stolbizer.
Juzgados. Este martes, Massa estuvo reunido en Rosario con el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz. Este contacto no sólo se encuadra en su plan por crecer como líder nacional de las demandas de los gobernadores, sino que cruza otro asunto de alta complejidad: el narcotráfico.
En la “agenda común” que trataron Massa y Lifschitz, según se informó desde el FR, se planteó el objetivo de que “este año por Ley Santa Fe tenga ocho juzgados federales y 16 fiscalías federales para enfocar en la lucha contra el narcotráfico con instrumentos federales”.
Esta idea no asoma descolgada, sino más bien todo lo contrario. En los últimos días trascendió por un informe de C5N que el ministro de Justicia, Germán Garavano, trabaja en un plan para, aprovechando la transferencia a la órbita de la Ciudad de Buenos Aires de los juzgados nacionales, la creación de una serie de tribunales –que no alcanzarían el rango de “fuero”- con competencia para investigar causas de narcotráfico en cualquier provincia, pero con sede porteña. Una idea que no tardará en ganarse el rechazo de los gobernadores, que no quieren ojos ajenos en las investigaciones internas. Menos en causas que podrían complicar a organismos que dependen directamente de ellos: desde funcionarios del Ejecutivo a la propia Policía.
“Coincidimos en impulsar de manera conjunta la Agencia Federal de Lucha Contra el Narcotráfico con sede en la provincia”, agregó Massa, para cerrar con una frase que explica perfectamente su posición con respecto al proyecto que trabajan en el Ministerio de Justicia: “No queremos que haya intervenciones desde afuera”. (fuente letrap.com)
