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Darío Sztajnszrajber: “En vez de tolerancia, hay que hablar de hospitalidad con el otro”


Darío Sztajnszrajber: “En vez de tolerancia, hay que hablar de hospitalidad con el otro”

El filósofo invitó a los asistentes al 54° Coloquio de Idea a cambiar el paradigma de la relación con “el otro” y “lo diferente”, ya que “nadie crece encerrado en sí mismo”. Y advirtió que en Argentina “hay mucha gente que queda afuera”.

El filósofo Darío Sztajnszrajber exhortó a empresarios a “cambiar el paradigma” y “en vez de tolerancia, hablar de hospitalidad”. Los invitó a pensar en el otro y en el significado de “quedar afuera” y aseguró que en Argentina “hay mucha gente que ‘está afuera’”, al mismo tiempo que pidió justicia para ellos, durante la segunda jornada del 54° Coloquio de Idea “Cambio cultural: soy yo y es ahora”.

Hay mucha gente que no llega a identificarse en una entidad para que uno entienda quiénes son. Hay una historia del afuera que está adentro. ¿No será que nuestros extranjeros están adentro? Los que no tienen nombre, ni color, por eso increíblemente el sentido común de nuestra cultura los ha nombrado con el peor de los epítetos, no tienen color, son negros. La justicia, si la hay, es para ellos”, advirtió en el Panel “El valor de pensar”, en el 54° Coloquio de Idea.

“¿Quiénes son nuestros extranjeros?”, preguntó a la audiencia del encuentro empresario. “Estamos acostumbrados a pensarlo en términos del afuera, pero ¿no será que los tendremos adentro a ‘los que están afuera’? Repensemos qué significa quedar afuera, no cuajar con el sentido común”.

“No hay lugar más simple de entender esto que en la relación salarial, en qué busco de ese otro asalariado, con qué conecto, ¿con su otredad o con su fuerza de trabajo? Hay un acuerdo que desotra la singularidad de esa persona que trabaja para mí, y la revolución del management se trata de reconciliarnos con su singularidad”, destacó Sztajnszrajber ante más de un millar de empresarios en el hotel Sheraton de Mar del Plata.

“En el amor está claro, cuando conecto con mi pareja, es como una mini democracia. El amor es un proyecto político, una comunidad en la cual con el otro tengo que lidiar con las diferencias. El amor es an-económico porque no se gana, se pierde en la entrega con el otro y yendo en contra de uno mismo. Si llevamos eso al plano de la política es imposible, pero ¿si la política no es para el otro para qué es? No es política si se practica en función de uno mismo, eso es negocio”, criticó.

Sztajnszrajber se refirió a la sociedad patriarcal, en la que “la mujer fue definida en términos de lo que el varón necesita que la mujer sea”. “Siempre se define a la mujer en relación al falogocentrismo patriarcal. La otredad de la mujer excede lo que nosotros suponemos que es, por eso el feminismo pone el centro ahí en defender la singularidad”, advirtió.

El autor del libro “Filosofía en 11 frases”, que lleva más de medio millón de ejemplares vendidos, explicó que la filosofía “habla un lenguaje extranjero, porque sale del sentido común, se hace preguntas que no son las que circulan en nuestra cotidianeidad”. Recordó que cuando lo convocaron los integrantes de Idea, “un poco lo que daba vuelta era hasta qué punto ésta otredad y extrañeza del lenguaje filosófico puede ayudarnos a pensarnos mejor a nosotros mismos”.

“¿Qué hago con el extranjero”, preguntó, “¿lo niego? ¿lo extermino? ¿me abro a él? ¿lo soporto?”. “Soportar es una palabra que en latín se dice tolerar, parece un valor positivo, pero la tolerancia supone colocarse en un lugar de poder, el que tolera ejerce un poder y no tiene la posibilidad de contactarse con el otro en su otredad, sino que está dejando en claro que en la medida que tolero al otro soy yo el que pone las reglas”, remarcó.

“Tendremos que cambiar el paradigma de cómo me relaciono con el diferente. La filosofía habla lenguaje extranjero porque es un lenguaje de la pregunta, y ahí radica su extranjería. Para el mundo empresarial parece que va en el sentido contrario, porque la filosofía no se trata encontrar respuestas, sino que se pregunta para que las preguntas instituidas se resquebrajen”, explicó el filósofo.

Y agregó que “la filosofía no resuelve problemas, los crea, en aquellos lugares donde dicen que no hace falta problematizar la realidad”.  “Es increíble que creamos eso, siendo contingentes y provisorios nos aferramos a certezas incólumes para soportar lo insoportable, que es este estado de precariedad existencial en el que estamos”.

El filósofo señaló a los empresarios en sus mesas y afirmó que “el extranjero es el otro, con el que todos convivimos, en el trabajo, en las negociaciones salariales, en la política, en el amor”, y preguntó: “¿Quién es el otro?. Siempre es el débil, porque yo ejerzo el poder de llamarlo ‘otro’. Es la imposibilidad de ser caracterizado, si el otro recibe un nombre ya no es un otro, pasa a ser alguien”.

Me preocupa tanto la actitud de no abrirle la puerta al otro, como la actitud de abrírsela, pero obligarlo a que acepte mis condiciones. Porque esa también es una forma de perderlo”. Y citó al filósofo francés Jacques Derrida quién expresó: “El encuentro con el otro siempre es imposible, porque o lo dejo afuera o si lo dejo entrar, lo estoy traduciendo siempre a mi idioma, necesidad y paradigma”.

Resaltó la particular metáfora de la democracia, ya que “supone la convivencia con el otro, pero con el otro que no me moleste. Si la democracia se reduce a convivir con el que me cierra previamente marca un límite permanente y deja de ser una democracia para ser un club. La democracia hay que bancarla en aquellos lugares donde no me cierra y molesta”.

“La otredad siempre molesta, pero no puedo estar permanentemente disolviendo la molestia porque no crezco”, explicó. “Nadie crece encerrado en sí mismo y el que me saca de mí mismo es el otro. Nietzche dice ‘mi mejor amigo es mi peor enemigo’. Cuando escuché eso, pensé que con mi peor enemigo no tengo nada que hablar, el solo intenta destruirme, pero en ese intento de destrucción me habilitó formas de pensarme a mí mismo que los aduladores de mis amigos no lo lograron. ¿Quién me saca de mí mismo? ¿El cercano o el lejano?”, preguntó.

“Generar una diferencia supone un acto de vanguardia, que es no cuajar con lo que se supone que uno haga, arriesgado, perturbador, pero liberador no me cabe duda”, concluyó. (Fuente 0223.com.ar)

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