Según los más viejos el “árbol quemado” estuvo allí siempre. Un enorme eucaliptus ubicado en el cruce de los caminos de Las Piedritas y el Ojo de Agua. Mucho escuchamos de nuestros abuelos sobre este árbol solitario, que ha inspirado temor y admiración, y que muchos en el campo evitaban de noche. Es que las historias aún andan sueltas por estos lugares, de donde el pasado se niega tenazmente a retirarse.